“Queremos una educación que sirva para crear los ciudadanos y ciudadanas del
mañana, y para ello es necesario preguntarnos qué tipo de personas y para qué
sociedad las queremos”
Jorge Cela
Educación de calidad para Fe y Alegría es:
“…la que forma la integralidad de la persona potenciando el desarrollo pleno
de todas sus dimensiones, la que valora su unicidad individual y su pertenencia
socio-cultural favoreciendo la apropiación y construcción personal y colectiva
de conocimientos, actitudes y habilidades; es la que capacita para mejorar la
calidad de vida personal y de la comunidad, comprometiendo a las personas
en la construcción de una sociedad más justa y humana. Educación de calidad
es, desde nuestra perspectiva, la que se caracteriza por una práctica educativa
y de promoción social entendidas como proceso concientizador, transformador,
participativo, solidario, refl exivo, relevante, creativo, equitativo, efi ciente y efi caz,
elaborado desde y con los excluidos, que promueve un liderazgo grupal sin exclusión,
donde cada uno tiene un lugar en el quehacer de la comunidad”.
Esta defi nición comprende varios aspectos:
• La centralidad e integralidad del ser humano. El ser humano, considerado en
su integralidad, es el centro de todo proceso educativo. La calidad educativa
se refi ere a la totalidad de la persona, por lo que no es posible privilegiar unos
aspectos (aprender a hacer y a conocer), frente a otros (aprender a ser y a vivir
en comunidad).
• Educación inclusiva y justa. Lo importante es acoger a todas las personas, vengan
de donde vengan, sean como sean y traigan las experiencias que traigan.
Ofrecer a cada cual lo necesario para vivir una vida plena y saludable. Una educación
de calidad se opone a la excelencia basada sobre prácticas excluyentes,
y busca la excelencia para todos. Esto implica discriminar positivamente a los
que vienen con mayores carencias, tratando de compensar las desigualdades
de origen. La inclusión no está reñida con la efi ciencia, pero el juicio sobre ésta
debería hacerse a partir de criterios relacionados con la lógica pedagógica y no
con la económica.
• Educación para la democracia plena.
La visión de la educación en una sociedad
de mercado, individualista y competitiva, conlleva una noción de calidad que
selecciona a los mejores y arrincona a los que no se adaptan. Fe y Alegría cree
en una sociedad democrática plena, política, social y económicamente, lo cual
implica la participación de todos y todas, cualesquiera sean sus capacidades, en
su construcción y desarrollo.
• Cultura popular y comunidad. Los valores culturales de las clases populares pueden
convertirse en motor de la transformación social que buscamos. Es preciso entonces
acompañarlas, potenciando su visibilidad y participación en el debate público.
Los factores de la calidad
Entendiendo de este modo la calidad, como un elemento complejo y que abarca diversos
aspectos y dimensiones, podríamos agrupar en cuatro factores básicos el conjunto
de elementos que, interrelacionados entre sí, aportan calidad a un proceso educativo.
Estos factores son: el contexto, los recursos, los procesos y los resultados.
La educación nunca tiene lugar en el vacío. Cualquier proceso de enseñanza
–aprendizaje se da en un contexto específi co, del cual se nutre y al cual pretende
responder. Sin conocer de qué modo afecta al imaginario de educandos y educandas
el clima social del entorno, sus relaciones familiares o el creciente infl ujo de los
medios de comunicación, no será posible establecer estrategias pedagógicas adecuadas
que redunden en la calidad de los aprendizajes. De ahí la importancia de la
relación permanente entre la escuela y su entorno circundante. Como ha señalado
Jorge R. Seibold:
“El primer factor es el «contexto sociocultural» en el cual la institución escolar
vive y se desarrolla. Ella no vive en el aire. Necesita un «hábitat» o marco culturalaxiológico
y socioeconómico en el que esté inscrita y con el cual mantenga un
permanente fl ujo y refl ujo de dar y recibir. Es en este medio donde se descubren
las aspiraciones y necesidades más elementales de la familia y de la comunidad.
Los alumnos serán vivos portadores de un imaginario social rico en determinaciones
tradicionales, modernas y postmodernas que introducirán en el aula,
y que será responsabilidad del docente descubrir, reconocer y alentar a fi n de
reelaborarlo con nuevos y signifi cativos saberes. Así se formará un «clima» inculturado
propicio para el reconocimiento de las identidades personales y para el
acrecentamiento de la calidad educativa”.
Los recursos no son determinantes para la calidad educativa, pero no hay duda
de que una distribución y utilización adecuada de los mismos tiene incidencia sobre
el proceso educativo. En cualquier caso, resulta importante subrayar que los
recursos materiales tienen importancia en tanto en cuanto se dispone de recursos
formales para su aprovechamiento óptimo. Merari Flores, de la Universidad del Valle
de México, refl exionando sobre la dotación de recursos desde un plano de equidad
lo hace en los siguientes términos:
“Para ser plena, esta justicia debe focalizar acciones en favor de los más pobres,
en dos líneas complementarias: la primera, es la que provee recursos materiales
para posibilitar la enseñanza-aprendizaje, como pueden ser los recursos de infraestructura,
de materiales didácticos, los refuerzos alimentarios, la vestimenta, la
salud, etcétera; la segunda, es la que provee apoyo directo de las propias prácticas
pedagógicas que tienen lugar en ese marco. De nada valdría enviar libros de
lectura (recursos materiales) a esos sectores, si los maestros no disponen de los
medios didáctico-pedagógicos (recursos formales) imprescindibles para que los
alumnos puedan progresar en la lectura comprensiva de esos textos”.
El tercero de los factores señalados son los procesos. Desde nuestra perspectiva,
estos son el elemento primordial a la hora de determinar la calidad de la educación.
Procesos que suponen la interrelación de un amplio número de elementos: la
relación enseñanza aprendizaje, la gestión del centro, la organización, la administración,
la relación con la comunidad, etc.
Estamos de acuerdo con aquellos autores que, alejándose de defi niciones simplistas,
entienden que la calidad educativa no se puede medir solamente en función
de sus resultados, siendo éstos necesarios e indispensables. Pero la educación es
un hecho más complejo, aunque esto nos exija esfuerzos superiores para evaluarla
y para mejorarla.
Según Cano García la calidad debería entenderse como un proceso de construcción
continua más que como resultado: “…la calidad va más allá del rendimiento más
o menos alto (si, por ejemplo, éste no se acompaña de un proceso de aprendizaje
satisfactorio). Consideremos la calidad como un proceso, como trayecto o como
camino más que como producto fi nal a pesar de la difi cultad de su evaluación”.
Por último están los resultados, los cuales evidentemente son muy importantes
pero que son, a su vez, consecuencia de los tres factores anteriores. Sería absurdo
no aspirar a conseguir unos resultados adecuados como colofón al proceso educativo. Pero esos resultados deberían estar en consonancia con la lógica de una educación
integral y, por lo tanto, responder a las diferentes dimensiones individuales y
comunitarias en las que educandos y educandas pueden y deben desarrollarse. Lo
que nos parece en todo punto inadecuado es situar en el centro de todos los intereses
resultados únicamente cuantitativos, descuidando además los factores cuya
interrelación nos lleva a aquellos.
Tomado del trabajo de ALEJANDRO FERNÁNDEZ LUDEÑA
PROGRAMA DE CALIDAD DE LA
EDUCACIÓN POPULAR DE FE Y ALEGRÍA
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